La pobreza que afecta a más de la mitad de los 13 millones de guatemaltecos, sumada a los daños a los cultivos causados por un invierno intenso, agravó la crisis alimentaria de Guatemala, que ostenta más de 11.000 casos de desnutrición aguda y la muerte de al menos 54 menores de edad.
Lily Caraventes, Secretaria de Seguridad Alimentaria y Nutricional, estimó que unas 54.000 familias estan directamente afectadas por la crisis alimentaria y otras 400.000 están en alto riesgo, específicamente en los departamentos de Sololá, Huehuetenango, Quiché, Zacapa, Chiquimula, Jalapa y Santa Rosa. La funcionaria dijo que esa área del pais, a la que se denomina "corredor seco", ya ha sufrido en el pasado el mismo problema de la falta de alimentos, que se provocó en el primer semestre del año la muerte de 462 personas por desnutrición o causas asociadas a este problema, incluidos 54 menores de edad.
El presidente, Alvaro Colom, renovó la semana pasada la declaratoria de emergencia nacional para atender la crisis alimentaria, que inicialmente se había declarado en enero del 2010. La medida fue adoptada ante la sequía que afectaba la parte central del país y que se extendió a todo el territorio. Desde mayo, la situación en los cultivos se agravó ante las intensas lluvias caídas en el interior del país. Colom reconoció ante la comunidad internacional que en la zonas rurales se vive una situación dificil por la falta de alimentos, propiciada en gran parte por la pobreza estructural. La declaración permitirá al gobierno guatemalteco acceder a la ayuda internacional prevista para estos casos y movilizar recursos del presupuesto nacional con más agilidad, según precisó el mandatario en su mensaje oficial a la nación.
"He decidido hacer uso de la ley de orden público y declarar un estado de calamidad pública en todo el territorio nacional, ya que las consecuencias de la insuficiencia alimentaria y nutricional no afectará solamente a los departamentos del Corredor Seco, sino al conjunto del país", dijo Colom.
Según un estudio de la Secretaría de Salud Alimentaria (Sesan), presentado el 16 de agosto el número de comunidades en peligro de hambruna se elevó en un 113% en los últimos tres meses debido a la sequía. Por su parte, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) empezó el martes a distribuir 20 toneladas de galletas nutritivas en 164 comunidades de las áreas más castigadas.
Tragedia histórica
"He decidido hacer uso de la ley de orden público y declarar un estado de calamidad pública en todo el territorio nacional, ya que las consecuencias de la insuficiencia alimentaria y nutricional no afectará solamente a los departamentos del Corredor Seco, sino al conjunto del país", dijo Colom.
Según un estudio de la Secretaría de Salud Alimentaria (Sesan), presentado el 16 de agosto el número de comunidades en peligro de hambruna se elevó en un 113% en los últimos tres meses debido a la sequía. Por su parte, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) empezó el martes a distribuir 20 toneladas de galletas nutritivas en 164 comunidades de las áreas más castigadas.
Tragedia histórica
El presidente definió la situación como una tragedia de dimensión "histórica" por la extensión de la población a la que afecta. Alvaro Colom dijo en su mensaje que, además de los efectos de la sequía y la crisis económica, una larga historia de desigualdad ha hecho que los altos y vergonzosos índices de pobreza, extrema pobreza y desnutrición se instalen en Guatemala desde hace mucho tiempo. "La insuficiencia alimentaria y nutricional, la desnutrición en sus distintas manifestaciones, son un problema histórico y estructural del país".
"Por ello, hago un vehemente llamado al conjunto de sectores de la vida nacional para que todos contribuyamos a enfrentar este grave problema y sus distintas manifestaciones, tanto en lo que respecta a las acciones de emergencia como a aquellas más profundas que tenemos que solucionar”, dijo el presidente.
En abril de 2009, Unicef publicó un informe en el que advertía que uno de cada dos niños guatemaltecos sufría de desnutrición crónica y que 80% de los niños y niñas indígenas menores de 5 años tiene serios problemas alimenticios.
A pesar de estar lejos de la situación económica de Haití (el país más pobre de América Latina), Guatemala duplica los casos de desnutrición que tiene el país caribeño. De los 13,3 millones de guatemaltecos, más de la mitad vive en condiciones de pobreza y su principal sustento es la agricultura, afectada cada año por las sequías o las inundaciones que provocan la pérdida de cosechas de maíz y frijol, su principal sustento.
El gobierno ha destinado hasta ahora 7,5 millones de dólares para brindar asistencia a las familias en peor estado. Pero el presupuesto del Estado para combatir la desnutrición tuvo que reducirse como consecuencia de la crisis financiera internacional, pues el país recibió menos remesas y tuvo menor recaudación fiscal.
"Por ello, hago un vehemente llamado al conjunto de sectores de la vida nacional para que todos contribuyamos a enfrentar este grave problema y sus distintas manifestaciones, tanto en lo que respecta a las acciones de emergencia como a aquellas más profundas que tenemos que solucionar”, dijo el presidente.
En abril de 2009, Unicef publicó un informe en el que advertía que uno de cada dos niños guatemaltecos sufría de desnutrición crónica y que 80% de los niños y niñas indígenas menores de 5 años tiene serios problemas alimenticios.
A pesar de estar lejos de la situación económica de Haití (el país más pobre de América Latina), Guatemala duplica los casos de desnutrición que tiene el país caribeño. De los 13,3 millones de guatemaltecos, más de la mitad vive en condiciones de pobreza y su principal sustento es la agricultura, afectada cada año por las sequías o las inundaciones que provocan la pérdida de cosechas de maíz y frijol, su principal sustento.
El gobierno ha destinado hasta ahora 7,5 millones de dólares para brindar asistencia a las familias en peor estado. Pero el presupuesto del Estado para combatir la desnutrición tuvo que reducirse como consecuencia de la crisis financiera internacional, pues el país recibió menos remesas y tuvo menor recaudación fiscal.
Una pesadilla alimentaria permanente
Guatemala vive en una constante pesadilla alimentaria .Fruto tanto de una inequidad socioeconómica endémica como de los embates de la naturaleza, estos males golpean sin clemencia y cada año a este pequeño país centroamericano, de poco más de 13 millones de habitantes.
El drama guatemalteco no pasa por una incapacidad para producir alimentos. El país es, en sí mismo, un granero al cual la mala distribución y administración de los recursos naturales le han jugado una mala pasada. Y por si el hambre no fuera un problema, en el escalafón mundial de las naciones más vulnerables al cambio climático, Guatemala ocupa el cuarto lugar y, a nivel latinoamericano, el primero.
A ello se suma que su superficie de 108.889 kilómetros cuadrados es atravesada por tres placas tectónicas y 44 volcanes que se alzan amenazantes hacia las nubes en terrenos montañosos emplazados entre la Sierra de los Cuchumatanes y la Sierra Madre.
En los últimos doce años, esta vulnerabilidad ha sido puesta a prueba una y otra vez con los azotes del huracán Mitch (1998), las tormentas tropicales Stan y Agatha (2005 y 2010, respectivamente), la tempestad 16 (2008), sequías (2001, 2009 y 2010) y la erupción del volcán Pacaya (2010).
Hoy las incesantes lluvias nuevamente amenazan la vida de los guatemaltecos. Centenares de personas han muerto en las últimas semanas producto de las inundaciones y aludes. El país -encajonado entre México por el norte y El Salvador y Honduras por el sur- vivió el año pasado una sequía sin parangón, fenómeno que hasta septiembre -cuando el gobierno declaró estado de calamidad pública- había dejado alrededor de 462 muertos, entre ellos, 54 niños.
Los verdes cultivos desaparecieron abrasados por el calor y la falta de agua y, con ellos, los alimentos de pequeños y empobrecidos campesinos; quienes pudieron almacenar algún tipo de productos, vieron cómo éstos comenzaban a desaparecer con el correr de las semanas sumándose al hambre generalizada.
Y es que el 52% de los guatemaltecos vive en áreas rurales, porcentaje del cual poco más del 80% depende de la agricultura para subsistir, según datos de Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Llegadas las lluvias en abril, lo que parecía una salvación ante la persistente sequía se convirtió un nuevo tormento con Agatha.
Las inundaciones y los deslaves no tardaron en hacer lo suyo en un terreno que se vio saturado con miles y miles de litros de agua que cayeron en poco tiempo.
Comenzaba el calvario para las autoridades y la población, una vez más, dado que sectores que no se habían visto afectados por la sequedad que se presentó principalmente en el llamado corredor seco, se vieron expuestas al paso de la tormenta, como las costas y las montañas.
“Cerca de 62 mil familias se vieron afectadas por la pérdida de las cosechas, ya no sólo del maíz y del frijol (productos básicos de la dieta guatemalteca), sino que también de verduras y productos de exportación, como son el camarón, las flores, lo que significó una pérdida de ingresos y de seguridad alimentaria nutricional”, comenta Lily Caravantes, de la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional de Guatemala (Sesan).
El drama guatemalteco no pasa por una incapacidad para producir alimentos. El país es, en sí mismo, un granero al cual la mala distribución y administración de los recursos naturales le han jugado una mala pasada. Y por si el hambre no fuera un problema, en el escalafón mundial de las naciones más vulnerables al cambio climático, Guatemala ocupa el cuarto lugar y, a nivel latinoamericano, el primero.
A ello se suma que su superficie de 108.889 kilómetros cuadrados es atravesada por tres placas tectónicas y 44 volcanes que se alzan amenazantes hacia las nubes en terrenos montañosos emplazados entre la Sierra de los Cuchumatanes y la Sierra Madre.
En los últimos doce años, esta vulnerabilidad ha sido puesta a prueba una y otra vez con los azotes del huracán Mitch (1998), las tormentas tropicales Stan y Agatha (2005 y 2010, respectivamente), la tempestad 16 (2008), sequías (2001, 2009 y 2010) y la erupción del volcán Pacaya (2010).
Hoy las incesantes lluvias nuevamente amenazan la vida de los guatemaltecos. Centenares de personas han muerto en las últimas semanas producto de las inundaciones y aludes. El país -encajonado entre México por el norte y El Salvador y Honduras por el sur- vivió el año pasado una sequía sin parangón, fenómeno que hasta septiembre -cuando el gobierno declaró estado de calamidad pública- había dejado alrededor de 462 muertos, entre ellos, 54 niños.
Los verdes cultivos desaparecieron abrasados por el calor y la falta de agua y, con ellos, los alimentos de pequeños y empobrecidos campesinos; quienes pudieron almacenar algún tipo de productos, vieron cómo éstos comenzaban a desaparecer con el correr de las semanas sumándose al hambre generalizada.
Y es que el 52% de los guatemaltecos vive en áreas rurales, porcentaje del cual poco más del 80% depende de la agricultura para subsistir, según datos de Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Llegadas las lluvias en abril, lo que parecía una salvación ante la persistente sequía se convirtió un nuevo tormento con Agatha.
Las inundaciones y los deslaves no tardaron en hacer lo suyo en un terreno que se vio saturado con miles y miles de litros de agua que cayeron en poco tiempo.
Comenzaba el calvario para las autoridades y la población, una vez más, dado que sectores que no se habían visto afectados por la sequedad que se presentó principalmente en el llamado corredor seco, se vieron expuestas al paso de la tormenta, como las costas y las montañas.
“Cerca de 62 mil familias se vieron afectadas por la pérdida de las cosechas, ya no sólo del maíz y del frijol (productos básicos de la dieta guatemalteca), sino que también de verduras y productos de exportación, como son el camarón, las flores, lo que significó una pérdida de ingresos y de seguridad alimentaria nutricional”, comenta Lily Caravantes, de la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional de Guatemala (Sesan).
La desigualdad, la que más mata
La desnutrición crónica afecta principalmente a más del 50% de la población guatemalteca menor de cinco años y se concentra en “sectores rurales, donde predominan los pueblos indígenas, siendo pobres siete de cada diez”, indica la FAO.
Adicionalmente, “tenemos un amplio sector de la sociedad que vive en condiciones de subsistencia y en condiciones de mucha pobreza”, explica Lily Caravantes.
Es por eso, aclara, que es imperativo que “se entienda que la desnutrición no debe verse como un problema humanitario ni como un problema exclusivamente de las áreas sociales, sino que como un problema económico, estructural y endémico”.
“La alta vulnerabilidad en que viven miles de comunidades se ha creado históricamente por los modelos económico-políticos que han regido el país. La acumulación de riquezas en un porcentaje pequeño de la población ha resultado no sólo de la distribución desigual de la tierra, sino del acceso a mano de obra barata que las fincas grandes han tenido”, postulan los investigadores Edwin Castellanos y Alex Guerra, en el documento “El cambio climático y sus efectos sobre el desarrollo humano en Guatemala”, publicado por Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
En términos numéricos, el representante de la FAO en Guatemala, Iván Angulo, especifica que “el 80% de la tierraestá en manos de un 10% de la población. Esto implica que grandes sectores, el 54% de las personas que están en situación de pobreza, no tengan siquiera posibilidades de tener un predio en el cual intentar desarrollar una actividad productiva”.
La enorme brecha económica para acceder a los alimentos tampoco ayuda a que mejore la situación. El sueldo mínimo rural para cinco personas, según cálculos de la FAO, es menor al ingreso imprescindible para adquirir una canasta básica, cuyo costo la Sesan calcula en 250 dólares.
Las dificultades para diversificar los cultivos y el casi inactivo comercio interno también se han convertido en un dolor de cabeza para las autoridades que dirigen un país “donde cambiar (el sistema en su conjunto) no es nada fácil, porque se necesitan reformas estructurales que, claramente, muchas veces no toda la población está de acuerdo”, comenta Reinhard Jung-Hecker, representante para América Latina y el Caribe de la Dirección General de Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea (DG ECHO).
A la luz de los datos, el drama “tiene una trayectoria histórica de más de cuarenta años, donde la pobreza y la inequidad fueron dando paso al panorama que vivimos hoy en día”, agrega Iván Angulo.
1.553 millones dólares de pérdidas
Adicionalmente, “tenemos un amplio sector de la sociedad que vive en condiciones de subsistencia y en condiciones de mucha pobreza”, explica Lily Caravantes.
Es por eso, aclara, que es imperativo que “se entienda que la desnutrición no debe verse como un problema humanitario ni como un problema exclusivamente de las áreas sociales, sino que como un problema económico, estructural y endémico”.
“La alta vulnerabilidad en que viven miles de comunidades se ha creado históricamente por los modelos económico-políticos que han regido el país. La acumulación de riquezas en un porcentaje pequeño de la población ha resultado no sólo de la distribución desigual de la tierra, sino del acceso a mano de obra barata que las fincas grandes han tenido”, postulan los investigadores Edwin Castellanos y Alex Guerra, en el documento “El cambio climático y sus efectos sobre el desarrollo humano en Guatemala”, publicado por Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
En términos numéricos, el representante de la FAO en Guatemala, Iván Angulo, especifica que “el 80% de la tierraestá en manos de un 10% de la población. Esto implica que grandes sectores, el 54% de las personas que están en situación de pobreza, no tengan siquiera posibilidades de tener un predio en el cual intentar desarrollar una actividad productiva”.
La enorme brecha económica para acceder a los alimentos tampoco ayuda a que mejore la situación. El sueldo mínimo rural para cinco personas, según cálculos de la FAO, es menor al ingreso imprescindible para adquirir una canasta básica, cuyo costo la Sesan calcula en 250 dólares.
Las dificultades para diversificar los cultivos y el casi inactivo comercio interno también se han convertido en un dolor de cabeza para las autoridades que dirigen un país “donde cambiar (el sistema en su conjunto) no es nada fácil, porque se necesitan reformas estructurales que, claramente, muchas veces no toda la población está de acuerdo”, comenta Reinhard Jung-Hecker, representante para América Latina y el Caribe de la Dirección General de Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea (DG ECHO).
A la luz de los datos, el drama “tiene una trayectoria histórica de más de cuarenta años, donde la pobreza y la inequidad fueron dando paso al panorama que vivimos hoy en día”, agrega Iván Angulo.
1.553 millones dólares de pérdidas
Las pérdidas económicas causadas por las lluvias en lo que va de 2010 alcanzaron los 1.553 millones de dólares, informó el representante de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Ricardo Zapata.
El funcionario explicó en una rueda de prensa que las pérdidas representan el 4,1 por ciento del producto interno bruto (PIB), lo cual repercutirá en un menor crecimiento económico de 2010, que se estima en poco más del 2 por ciento.
Zapata, quien coordina una comisión de la CEPAL que evalúa los daños provocados por las lluvias, precisó que, en términos absolutos, las pérdidas, hasta el pasado 20 de septiembre, asciende a 1.553 millones de dólares.
Sólo la tormenta tropical "Agatha" y la violenta erupción del volcán Pacaya, a finales de mayo pasado, causaron pérdidas económicas por 1.000 millones de dólares.
"Hay desastres que siguen afectando al país. La saturación de lluvia en el suelo ya era grave en mayo y ahora las lluvias en rangos normales pueden causar más inundaciones y deslizamientos", dijo Zapata.
Según el informe de la CEPAL, un total de 559.923 personas han sido afectadas durante este año por las lluvias, de las cuales 207.845 fueron evacuadas, y de ellas 142.775 terminaron en albergues temporales.
Por su parte, el coordinadordel Sistema de las Naciones Unidas en Guatemala, Mauricio Valdéz, dijo que los esfuerzos de la ONU, además de colaborar con la elaboración de un plan de reconstrucción, se han centrado en la ayuda humanitaria.
Desde mayo pasado a la fecha, dijo, se ha otorgado una asistencia humanitaria por 6 millones de dólares.
Según la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED), las lluvias han dejado este año 274 muertos.
Guatemala ha sido declarada hoy en alerta anaranjada por las autoridades de protección civil por la tormenta tropical "Matthew".
(Fuentes: ANSA-Latina,BBC-Mundo,Prensa Libre y EFE)
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