LA CARA DURA DEL PODER
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Carlos Dívar -pelo blanco- y su 'asesor' el escolta Jerónimo Escorial |
Por Javier Sáenz Munilla (*)
El Consejo General
del Poder Judicial (CGPJ) se planta y dice - su portavoz -, que no va a dar a
conocer sus gastos a no ser que así se lo exija el Congreso. Ya saben los
señores miembros del Consejo que, en
principio, el Congreso, mayoría PP, no se lo va a exigir. Si no, el CGPJ no
haría semejante afirmación, justo al día siguiente de que la escandalera sobre
esa institución aumentara l saberse que ha estado pagando a sus miembros viajes
interoceánicos en clase preferente, eso sí viajes de carácter profesional, a sitios tales como la
Tierra Del Fuego argentina , Chengdú en China o Sidney en Australia.
Lo de Dívar, ex Presidente
ya del CGPJ y del Tribunal Supremo, fue más o menos por el estilo. Ya dijo
antes de tener que dimitir por la que se formó, que él no se arrepentía de nada
porque nada hizo mal. Sólo una interminable lista de viajes de fin de semana
‘caribeños’ –de a cuatro ó cinco días cada uno- a hoteles de lujo, con cierta
insistencia en uno de Puerto Banús, Marbella, Costa del Sol. Y en compañía, con
gastos también al presupuesto del CGPJ, de su amigo y escolta personal
Jerónimo. A quien Don Dívar –el Don en este caso, al modo siciliano- intentó elevar
al rango oficial de consejero y que, por precavida oposición de sus colegas del
CGPJ, tuvo que dejar en simple “asesor”, eso sí, con despacho y placa metálica
en la puerta, en la sede del máximo órgano de los jueces. ¡Vaya caradura!
Y es que hay quien cuando
ocupa un cargazo, lo ostenta con todas las consecuencias, creyendo, como ha
sido en el caso de Don Dívar, que ya ha llegado al poder. Cuando el Poder, así
con mayúscula, es otra cosa, digamos que menos estentórea y más eficiente. O en
frase que se atribuye a Lenin y a Mao , que “salvo
el poder, todo es ilusión”.
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Rodrigo Rato en el lanzamiento de las acciones de Bankia |
Poder y mucho, el
que debe tener Rodrigo Rato, a juzgar por lo que se le ha permitido hacer;
aunque el auténtico Poder no pide permisos. Don Rato, tiene además, en números
redondos, muchísima más caradura que Don Dívar. Como mínimo 13.365 millones,
que pueden llegar a 23.000. Aquella es
la cantidad que, oficialmente, le falta a Bankia, pese a que en 2011 declaró unos beneficios de 300
millones de euros, siendo Don Rato su Presidente. Por sólo el 10% de eso, Mario Conde fue al trullo por el fiasco de
Banesto en 1993.
Hay que tener mucho
poder y cara dura para lo de Don Rato. Quien con el dinero de todos, ha ido
tejiendo su red de protección, de poder, para usar en caso de necesidad; es un
decir. ¿No fue Caja Madrid, junto a otras entidades, la que acudió en ayuda de Prisa -con el agua
al cuello-, con un crédito-salvavidas de 1.800 millones en 2008? Seguro que no
tuvo nada que ver en ello el que su, entonces y ahora, compañera sentimental,
ya procedente del grupo Prisa, cuando ambos regresaron de Washington, tras
dejar Don Rato la dirección del FMI, ella se reintegrara al grupo en la nada incompatible
posición de redactora del área de economía internacional del suplemento
Negocios, encargada entre otros menesteres de informar sobre el FMI.
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Alicia González delante de Rodrigo Rato |
La gestión de Don
Rato en el FMI no fue muy brillante que digamos, si nos atenemos a la situación
en la que estamos y según el baremo de los paganos, o paganinis si prefieren. Pero,
para los que tienen sombra bajo la que acogerse, fue la suya la faena propia de
un poderoso y al servicio de tal causa. La de ellos. Como señala Ernesto
Ekaizer en “Indecentes. Crónica de un atraco perfecto” (Espasa), Don Rato desde
el FMI impuso el silencio a quienes, como el propio economista-jefe de la
institución Raghuram Rajan, advertía desde 2006 del peligro que para la
economía mundial suponía el previsible estallido de la burbuja inmobiliaria. Y
así se tejió el gran negocio –para ellos- de la crisis de la deuda.
Como cuenta la
excelente publicación mensual “Mongolia” en su nº 4, Don Rato ya fue un maestro
en el arte de eludir los conflictos de intereses entre lo público y lo privado,
durante su etapa como Vicepresidente económico del gobierno, mediante las
grandes privatizaciones que pusieron en poder de unos pocos empresarios amigos
un potencial económico considerable. Además, la mano que parte y reparte no se
olvidó entonces de su parte. Así, el crédito de 525 millones de pesetas para la
asfixiada Munimo, empresa de la familia Rato, precisamente a través del HSBC,
banco clave del caso Gescartera. O la adquisición en 1.999 por Banesto –banco
intervenido y salvado con dinero público- de paquetes de acciones en tres
empresas de la familia Rato. O la decisión de la empresa pública
privatizada Aldeasa de contratar todos
los viajes con Ibermar, agencia vinculada al ministro privatizador Rato. O la
inyección de 40 millones de pesetas de
publicidad de Repsol, recién privatizada, a las seis emisoras de radio de la
cadena Rato, con 26.000 personas de audiencia total.
El poder es el
poder y a veces su marca viene desde la cuna. Ramón Rato , padre de Don Rato,
salió en los papeles en 1966 por el escándalo del Banco de Siero, que dirigía y
acabó entre rejas, junto a su hijo del mismo nombre, por evasión de capitales; además fue multado
con 160 millones de pesetas. El gobierno
franquista tuvo que inyectar fondos público al Banco de Siero y al Banco
Murciano, también propiedad de Rato, para que no quebraran. Ramón Tijeras lo
cuenta en “Los Rato (1975.2002)”(Plaza y Janés), cuya escasa difusión se debe,
según Tijeras, a la presión de César Alierta, presidente de Telefónica, que controla
la distribuidora Logista. En Marzo de 2011 –lo cuenta también ‘Mongolia’-
Tijeras recordaba estas cosas en su blog y decía: “Yo ya he sacado mi dinero
del nuevo Bankia, por si acaso”.
Me parece que el
hijo de Rato tiene más poder y, por tanto, más caradura y que esta vez se va a
librar del trullo y de la multa. De momento se libra, lo libra Mariano (¿o, Don
Mariano?), hasta de informar.
(*) Publicado en la web Europa en Suma
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