4.2.09

Bolivia:La guerra del litio

JAPÓN TOMA LA DELANTERA EN LA DISPUTA CON EE.UU, EUROPA Y CHINA POR LA EXPLOTACIÓN DE LA PRIMERA RESERVA MUNDIAL DEL MINERAL ESTRATÉGICO, ABUNDANTE EN EL INMENSO SALAR DE UYUNI. LA NUEVA CONSTITUCIÓN RECIÉN REFRENDADA DA A LAS COMUNIDADES EL CONTROL DE LOS RECURSOS

Una delegación de la transnacional Sumitomo y legisladores japoneses visita Bolivia para mostrar su interés en participar en el proyecto para la explotación del litio, que adelanta ya el gobierno del presidente Evo Morales.

Sumitomo Corp. anunció que comprará todas las acciones de la estadounidense Apex Silver en San Cristóbal, la mina de plata más grande del país, ubicada a 40 kilómetros del Salar de Uyuni donde las reservas de litio se estima que llegan 40.0000 millones de toneladas. "Ellos (Sumitomo) están a un paso del yacimiento", dijo este miércoles el Director General de Minería, Freddy Beltrán.

"Lo que hace correr a las empresas es la visión del gobierno de industrializar el litio en el país" pero tanto Sumitomo, Mitsubishi, como la francesa Bolloré aceptaron participar en un "comité científico" y apoyar los planes oficiales bolivianos, aseguró Beltrán.
También Brasil, Japón, China, Corea del Sur, Francia y Rusia manifestaron su interés en el nuevo y prometedor proyecto boliviano.
El poder del litio, para Bolivia


Pero el gobierno de Evo Morales apuesta por tratar de que esta riqueza revierta de forma mayoritaria en el desarrollo del país y pretene fabricar en Bolivia las baterías de litio para la telefonía celular, como un primer paso, aunque el uso en la industria automotriz como sustituto del petróleo representa el mayor potencial para el litio.
Bolivia figura entre las naciones más pobres del hemisferio a pesar de sus ingentes recursos naturales y los bolivianos atribuyen el atraso a la condición de exportador sin apenas beneficios de materia prima: primero fue la plata, después el estaño y ahora el gas natural.
"Esa historia tiene que cambiar, no es posible que no fabriquemos ni un alfiler", señaló Beltrán.
Con una inversión de 6 millones de dólares, el mandatario puso en marcha en abril del año pasado la construcción de una planta piloto que comenzará a producir de forma experimental carbonato de litio en 2010.
"Es la primera de seis fases, queremos experimentar con tecnologías para obtener litio de las salmueras. Después se montará una planta industrial a mayor escala que podría estar operando en 2014", aseguró. "El momento en que se necesario apoyo para la industrialización buscaremos socios".
La planta piloto en Río Grande, cerca del Salar de Uyuni, a 380 kilómetros al sur de La Paz, tiene un avance del 30% y estará finalizada a fin de año.

Con 12.000 kilómetros cuadrados, el Salar de Uyuni es uno de los mayores desiertos de sal del mundo, situado cerca de la frontera con Chile. También es uno de los mayores destinos turísticos.
Los precios del litio en el mercado se dispararon de 200 dólares la tonelada hace unos años a 3.000 en la actualidad.
La nueva Constitución aprobada en referendo el 25 de enero otorga al Estado el control de los recursos estratégicos.
Evo Morales nacionalizó los hidrocarburos en 2006 y su mayor apuesta ahora es la industrialización del gas y busca socios para ello.

Aumenta el interés por el litio de Bolivia

El presidente de la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL), Hugo Miranda, resalta el interés mostrado por empresarios de Asia, Europa y Estados Unidos de adquirir futuras producciones de litio.
"Ellos están enterados de nuestros proyectos en el Salar de Uyuni y manifiestan su disposición de comprar ese importante recurso", explica a la prensa.
De acuerdo con el dirigente, en noviembre debe comenzar operaciones una planta piloto ubicada en el desierto de sal más grande del mundo, de unos 12 mil kilómetros cuadrados, considerado la primera reserva mundial de litio , de alta demanda para fabricar baterías.
La inversión inicial de la obra ronda los seis millones de dólares, los cuales dada la demanda se recuperarán en poco tiempo, precisó el máximo ejecutivo de la COMIBOL.
Según Miranda, las naciones con mayor interés son hasta el momento Japón, Corea del Sur, China y Estados Unidos.
A finales del mes pasado el ministro boliviano de Minería, Alberto Echazú, dio a conocer en Chile el proyecto, que en su etapa inicial rendirá unas 40 toneladas de carbonato de litio para la exportación.
Para el presidente Evo Morales, la industria del litio es una prioridad en aras del desarrollo del país. "Los gobiernos neoliberales intentaron subastar a las transnacionales el enorme potencial existente en el Salar de Uyuni, pero nosotros queremos socios y no patrones", aseguró el jefe de Estado al referirse a la presencia extranjera en la explotación de los recursos naturales.
El Salar de Uyuni, una inmensa riqueza


Más de 10 mil kilómetros cuadrados que albergan unas 800 millones de toneladas de litio, convierten a buena parte del Potosí boliviano en una zona más que apetitosa para la industria automotriz del mundo. El mineral que yace bajo su subsuelo podría abastecer al creciente mercado de las baterías de litio. Los habitantes de la región han ganado la pelea para evitar que las multinacionales exploten el mineral, pero también consideran que esta enorme riqueza debe beneficiar a todo el país.

El valle del Salar de Uyuni, el mayor desierto de sal del mundo, ubicado a 3.650 metros de altitud sobre el nivel del mar, se ha convertido para sus habitantes y para influyentes empresarios de la industria automotriz en la gallina de los huevos de oro. El litio que yace bajo las salmueras de su subsuelo podría abastecer al creciente mercado de las baterías de litio, que permitiría a las empresas de automóviles del mundo producir coches eléctricos con una mayor autonomía.

Alrededor de este mar de sal habitan unas 60 mil personas. Durante décadas, la explotación de la sal y los recursos que se derivan de la llegada de 60 mil turistas al año, han sido su forma de subsistencia. Sin embargo, desde hace más de 15 años emprendieron una lucha por evitar que los valiosos recursos naturales que alberga elvalle, fueran a parar a las manos de las empresas multinacionales.
Es así como en 1992 impidieron la adjudicación de una licitación a la empresa estadounidense Lithium Corporation (Litco) que pretendía ocuparse de la explotación de este recurso. Ante el boom de la demanda mundial de este mineral , las comunidades de la zona diseñaron un proyecto de extracción que fue presentado al presidente Evo Morales. El mandatario decidió apoyar la iniciativa, y destinó los recursos necesarios para emprender la construcción de una planta piloto de procesamiento que pretende producir unas 40 toneladas al mes y que está a cargo de la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL).
Todo este proyecto se ha dado en el contexto del proceso de la aprobación de la Nueva Constitución de Bolivia, que otorga la propiedad del subsuelo a las comunidades y no al Estado como ocurría antes, aunque sea éste, en última instancia, el que se encargue de la administración de los recursos naturales.

Una propiedad que reivindica la población de la región, pero que en palabras del Secretario Ejecutivo de la Federación Regional Única de Trabajadores del Altiplano Sur, Francisco Quisbert, se distancia de la posición asumida por las provincias de la Media Luna, ricas en gas. "Se van a generar regalías, y estas regalías van a ser distribuidas mediante una ley. Vamos a crear una empresa social pública que las regulará, pero principalmente tiene que quedar para beneficio de la región, el departamento y el país. Somos diferentes a las propuestas que se hacen desde la Media Luna en Santa Cruz, en donde sólo quieren la riqueza para ellos. Lo que nosotros planteamos es que esto tiene que servir para la región, el departamento y el país"


En Bolivia la riqueza sin explotar choca con el nacionalismo

SIMON ROMERO (*)
The New York Times

( Este artículo fue publicado por el -¿'progresista'?- diario norteamericano el pasado 2 de Febrero y es una muestra de la cortedad de miras y la capacidad de manipular de los grandes medios, cuando de defender el indefendible derecho de rapiña de sus transnacionales se trata)

Uyuni, Bolivia - En la carrera para construir la próxima generación de coches eléctricos o híbridos, una triste realidad opone a los fabricantes de automóviles con los gobiernos que tratan de reducir su dependencia del petróleo extranjero: casi la mitad de las existencias mundiales de litio, el mineral necesario para movilizar los futuros vehículos, se encuentra aquí en Bolivia, un país que puede no estar dispuesto a renunciar a él tan fácilmente.

Empresas japonesas y europeas están muy ocupadas tratando de presentar ofertas competitivas que les permitan obtener concesiones para aprovechar esos recursos, pero un sentimiento nacionalista en torno del litio está creciendo rápidamente en el gobierno del Presidente Evo Morales, un férreo crítico de los Estados Unidos que ya ha nacionalizado el petróleo y el gas natural bolivianos.

De momento el gobierno habla de controlar estrechamente el litio manteniendo a los extranjeros al margen. Por añadidura, los grupos indígenas del remoto desierto de sal de Uyuni donde descansa esa inmensa reserva del mineral estratégico, están reclamando su derecho a participar de la todavía hipotética riqueza.

"Sabemos que Bolivia puede convertirse en la Arabia Saudita del litio", nos dijo Francisco Quisbert, 64 años de edad, el líder de Frutcas, un grupo de recolectores de sal y agricultores de quinua que trabajan en el borde del Salar de Uyuni, el más grande del mundo. "Somos campesinos pobres, pero no estúpidos. El litio puede ser de Bolivia, pero también es de nuestra propiedad. "

La nueva Constitución que el Sr. Morales logró que fuera mayoritariamente aprobada por los votantes el mes pasado ha reforzado esas reivindicaciones. Una de sus disposiciones confiere a los indios el control sobre los recursos naturales de su territorio, fortalece su capacidad para obtener concesiones de las autoridades o de empresas privadas, e incluso les faculta a bloquear proyectos mineros.

Nada de esto, sin embargo, condiciona los esfuerzos de los extranjeros incluidos los holdings japoneses Mitsubishi y Sumitomo y un grupo liderado por el empresario industrial francés, Vincent Bolloré. En los últimos meses, los tres han enviado representantes a La Paz, la capital, para estudiar con el gobierno del Sr. Morales sus posibilidades de acceder a la explotación del litio, un componente imprescindible para el funcionamiento de las baterías o fuentes de poder para vehículos y otros aparatos electrónicos.


"Hay lagos de sal en Chile y Argentina y un prometedor depósito de litio en el Tíbet, pero la joya está en Bolivia," nos dijo en LaPaz Oji Baba, un ejecutivo de la Unidad de Metales Base, de Mitsubishi. "Si queremos liderar la próxima generación de automóviles y de las baterías que los moverán, entonces tenemos que estar aquí".

Mitsubishi no está planificando en solitario la producción de coches cargados con baterías de litio-ion. También los convalecientes fabricantes estadounidenses de automóviles tienen puestas sus esperanzas en el litio.

Uno de ellos es la General Motors, con sus planes para desarrollar el próximo año Volt, un coche que incorpora una batería de iones de litio junto con un motor de gas. Nissan, Ford y BMW, entre otros fabricantes, también tienen proyectos similares.

La demanda de litio, el mineral usado en pequeñas dosis en la elaboración de medicamentos para la estabilidad emocional, así como para fabricar armas termonucleares, ha crecido significativamente por la demanda de fabricantes de baterías para teléfonos-palm Blackberrys y otros dispositivos electrónicos que utilizan ese mineral. Pero, según los analistas, la industria del automóvil tiene el mayor potencial de uso del litio. Al pesar menos que el níquel, que también se utiliza en las baterías, el litio -o las baterías de litio- permitirían a los coches eléctricos almacenar más energía y recorrer grandes distancias.

Al igual que la administración Obama y otros gobiernos que tratan de aumentar la eficacia del combustible y reducir su dependencia del petróleo importado, las empresas privadas (estadounidenses) están poniendo su atención en este desolado rincón de los Andes, donde los indígenas de habla quechua subsisten en un antiguo mar interior con el trueque de la sal que transportan sobre las caravanas de llamas.

Según un estudio del Servicio Geológico de los Estados Unidos 5,4 millones de toneladas de litio podrían ser extraídas en Bolivia, en comparación con 3 millones en Chile, 1,1 millones en China y sólo 410.000 en los Estados Unidos. Por su parte, geólogos independientes estiman mucho más grandes las reservas de litio que Bolivia podría tener en el salar de Uyuni y en sus otras superficies salinas, a pesar de que la altitud sobre el nivel del mar y la calidad de las reservas podría dificultar el acceso a esos yacimientos minerales.

Si bien las estimaciones varían ampliamente, algunos geólogos opinan que la fabricación de coches eléctricos en las próximas décadas podría basarse casi exclusivamente en las reservas de litio de Bolivia.

Pero en medio de ese potencial, los empresarios extranjeros deseosos de aprovechar las reservas de litio de Bolivia deben sortear la política del Sr. Morales, de 49 años de edad, que ha chocado repetidamente con las de Estados Unidos de América, con las de Europa e incluso con las de inversores de América del Sur.

En 2006 el Sr. Morales conmocionó al vecino Brasil, al que Bolivia tenía concedidas condiciones favorables, con la nacionalización del gas natural y la consiguiente fuerte subida de los precios. Morales llevó a cabo su más reciente nacionalización antes del referéndum sobre la Constitución celebrado en enero, con el envío de soldados para ocupar las plantas de operación de la gigante petrolera británica BP (British Petroleum).

En la sede que la Comibol, la agencia estatal que supervisa los proyectos mineros, tiene en La Paz la política del Sr. Morales de combinar el socialismo con la defensa de los indios de su país aparece ampliamente destacada. Copias de “Cambio”, un nuevo periódico gubernamental, están disponibles en el lobby mientras que los carteles del Ché Guevara, el icono de izquierda muerto en Bolivia en 1967, aparecen en la entrada de las oficinas de esa compañía.

"El anterior modelo imperialista de explotación de nuestros recursos naturales no se repetirá nunca en Bolivia", nos dijo Saúl Villegas, jefe de una división de Comibol que supervisa la extracción de litio. "Quizás podría haber la posibilidad de aceptar a empresas extranjeras como socios minoritarios, o mejor aún, como nuestros clientes".

Con ese fin, Comibol está invirtiendo cerca de 6 millones de dólares en una planta pequeña, cerca de la aldea de Río Grande en el borde del Salar de Uyuni. En ese paraje semejante a un blanco paisaje lunar se espera comenzar el primer esfuerzo boliviano a escala industrial para explotar una mina de litio transformando el mineral en carbonato para baterías.

El primer paso ejecutado por los técnicos es obtener una salmuera o agua saturada con sal que se encuentra en las profundidades del desierto de sal y trasladarla a bateas o piscinas en la superficie. Ahí el líquido se evapora y queda el litio como materia residual. El Presidente Morales quiere que la planta de acabado esté lista a finales de este año.

A finales de enero los obreros se dedicaban con frenesí a cumplir ese objetivo trabajando bajo el sol en espacios demarcados por pequeñas paredes de ladrillo. Durante una comida de estofado de llama y una Pepsi, Marcelo Castro, de 48 años de edad, el administrador supervisor del proyecto, explicó que, además de la transformación del litio, la planta tenía otro objetivo.

"Por supuesto, el litio es el mineral que nos llevará a la época post-petróleo", dijo el Sr. Castro. "Pero para ir por ese camino, debemos aumentar la conciencia revolucionaria de nuestro pueblo, a partir de la constitución de esta fábrica."

Más allá de esta pequeña planta, algunos analistas de la industria del litio sostienen que Bolivia, una de las naciones menos desarrolladas de América Latina, debe invertir mucho más para empezar a producir carbonato. Porque con un crecimiento económico lento y una disminución de los precios del petróleo que limita la ayuda que recibe de su principal mecenas, Venezuela, no queda claro cómo Bolivia podrá desarrollar por sí sola este proyecto.

Sin embargo, aunque el Sr. Morales defiende el derecho estatal de un mayor control de la economía así como de todos los proyectos de petróleo y gas, algunos especialistas de esa industria son optimistas de que finalmente el Gobierno concederá a algunas empresas extranjeras permiso para permanecer en el país como socios minoritarios.

La minería del litio en Bolivia tiene su propia historia de ajustes e inicios. En el decenio de 1990, la oposición nacionalista encabezada por Gonzalo Sánchez de Lozada, un millonario propietario de concesiones mineras que más tarde devino presidente de Bolivia, vio frustrado un plan de Lithco, una empresa estadounidense, para aprovechar los depósitos de litio bolivianos.

Esa historia, junto a las actuales tensiones del Presidente Morales con Washington, podría ayudar a explicar por qué las empresas estadounidenses parecen estar al margen de las compañías extranjeras que buscan aquí oportunidades para explotar litio.

Sánchez de Lozada fue finalmente obligado a dimitir como presidente en 2003 después de que el Sr. Morales encabezara las protestas contra sus esfuerzos para exportar gas natural con la ayuda de capital extranjero.

Mientras Bolivia reflexiona sobre la mejor forma de aprovechar sus reservas de litio, las naciones con existencias más pequeñas del mineral están aumentando sus reservas. China ha emergido como una de las principales productoras de litio, aprovechando las reservas descubiertas en unas salinas del Tíbet.

Por su parte los geólogos y economistas están debatiendo si las reservas mundiales de litio, exceptuadas las de Bolivia, son suficientes para satisfacer una escalada en la demanda mundial. Keith Evans, un geólogo con sede en California, sostiene que los recursos accesibles de litio fuera de Bolivia son significativamente mayores de lo estimado por el Servicio Geológico de los Estados Unidos.

Juan Carlos Zuleta, un economista en La Paz, dijo: "Tenemos la más hermosa reserva de litio del planeta, pero si no entramos ahora en la carrera para explotarla perderemos esta oportunidad. El mercado está buscando otras soluciones para las necesidades mundiales de baterías.”

En el inmenso desierto salino de Uyuni, ese debate les parece lejano y ajeno a los que aún trabajan como sus antepasados acumulando la sal manualmente, fuera de la tierra, en montones cónicos que dibujan el horizonte como un espejismo geométrico. El litio encontrado bajo la superficie de este desierto parece aún más remoto para estos recolectores de sal del siglo XXI.

"He oído hablar del litio, pero yo sólo espero que pueda crear trabajo para nosotros", dijo Pedro Camata, de 19 años de edad, con su rostro protegido del sol implacable por un pasamontañas y con unos lentes de sol baratos cubriéndole los ojos. "Sin trabajo aquí uno está muerto."

(*) La traducción de este artículo es una gentileza del periodista boliviano Enrique Araoz Cuéllar

(Fuentes: AP, Red Erbol, AFP, Prensa Latina, Radio Nederland y The New York Times)

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