LA EPIDEMIA SE EXTIENDE POR TODO EL PAÍS, CON MILES Y MILES DE INFECTADOS, ESPECIALMENTE ENTRE LAS COMUNIDADES MÁS POBRES Y DESASISTIDAS. EN LA REGIÓN DEL CHACO, EL MAL CAE SOBRE POBLACIONES HAMBRIENTAS Y ABANDONADAS
Los argentinos sufren ya la mayor epidemia de dengue de su historia y, sin embargo, el Gobierno no termina decretar la emergencia nacional que aconsejan las orgnizacones médicas. Son ya más 50.000 los infectados, aunque el gobierno no reconoce esa cantidad y entre 5 y 7 los muertos. Mientras el Gobierno dice que son 13.265 los enfermos, la Federación de Profesionales de la Salud estima en 38.500 los afectados y la Organización Mundial de la Salud fija la cantidad de enfermos en 53.060.
La noche del miércoles la situación llegó a su punto más vergonzante, cuando una petición de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner obligó a los legisladores oficialistas a postergar el debate en el Senado de un proyecto de ley que buscaba declarar la alerta epidemiológica nacional y la emergencia sanitaria en las zonas más afectadas por la epidemia de dengue que sigue creciendo.
El motivo de la decisión no fue otro que cuidar la imagen del país en el exterior debido al viaje de la jefa de Estado a Trinidad y Tobago por la cumbre de las Américas. La orden presidencial derivó en una polémica y en duras críticas de la oposición parlamentaria, que calificó de «irresponsable» la medida adoptada. La decisión dela presidente obligó al jefe del bloque de senadores oficialistas, Miguel Pichetto, a pedir la postergación cuando el debate casi concluía y a desacreditar a sus propios compañeros de bloque, que no podían disimular su enojo, como la senadora kirchnerista Haidé Giri, presidenta de la Comisión de Salud, que había defendido el proyecto. La iniciativa también había contado con el aval tácito de la ministra de Salud, Graciela Ocaña, cuando visitó el Senado hace una semana para informar sobre la situación del dengue en el país y discutir el proyecto en la Comisión de Salud.
Mientras tanto las provincias más afectadas deberán esperar para recibir la ayuda necesaria a que finalmente sea puesta en marcha la emergencia nacional. El instituto Maiztegui, centro de referencia nacional en materia de enfermedades virales, no da abasto para satisfacer la demanda de la comunidad, se están enviando muestras de manera indiscriminada y no puede cumplir con las entregas.
Según cálculos extraoficiales, las muertes por dengue podrían ser diez en todo el país, desde que empezó el brote en enero. Autoridades sanitarias de la capital argentina y la provincia de Buenos Aires revelaron el miércoles que por primera vez se registraron casos autóctonos, dos en el ámbito porteño y el resto en localidades del centro y norte bonaerense.
Hasta ahora, en los populosos distritos se registraron casos "importados", es decir de gente que había contraído el mal en regiones del norte del país.
Hasta ahora, en los populosos distritos se registraron casos "importados", es decir de gente que había contraído el mal en regiones del norte del país.
La zona más castigada es la provincia de Chaco (norte), con 6.640 casos confirmados oficialmente, pero el mal se extendió a casi todo el territorio de Argentina.
El gobierno sostiene una campaña para evitar la propagación de la enfermedad, después de haber reconocido que el dengue se instaló en América Latina y que será difícil de erradicar.
Insisten en que los casos son muchos más
Insisten en que los casos son muchos más
Gonzalo Basile, presidente de Médicos del Mundo en la Argentina, asegura que los casos de dengue en el país son al, al menos, el triple de lo reconocido oficialmente. Así explica su posición: "Algunas provincias tienen casi como política de Estado la manipulación de los datos epidemiológicos; así, en Jujuy, donde los casos reales son mucho más que los reconocidos. Pero, además, el Ministerio de Salud de la Nación sólo confirma los casos testeados en el laboratorio Maiztegui de Pergamino: para la ciudad de Buenos Aires y el conurbano, eso tarda casi una semana, y más de 20 días en los casos del norte argentino. La propagación de la enfermedad va mucho más rápido que la confirmación diagnóstica. Sin embargo, ya hay laboratorios en Catamarca y en Chaco, y la ciudad de Buenos Aires los tiene en los hospitales Muñiz y Gutiérrez. Por otra parte, la OMS admite que, en epidemias de este tipo, por cada caso confirmado suele haber tres o cuatro sin detectar. Hay quienes no consultan porque no tienen síntomas. Hay familiares de pacientes que se auto administran el mismo tratamiento que su allegado. Y hay muchos que no se acercan al sistema de salud por falta de recursos o porque, si son migrantes o indígenas, los discriminan, o porque aprendieron que el sistema público no les da respuesta".
Sin embargo, la ministra argentina de Salud, Graciela Ocaña, consideraba este jueves que "la Nación no está en emergencia sanitaria".
"Esto forma parte de la política de esconder la realidad", advierte la senadora Sonia Escudero, del peronismo disidente, sobre la sorprendente decisión de retrasar hasta la semana próxima del debate para declarar el estado de emergencia sanitaria.
"Es insólito lo que pasó. Todos los partidos estaban de acuerdo" con la declaración de emergencia sanitaria, pero el Gobierno busca "esconder las cifras del dengue", según el senador Ernesto Sanz, jefe de la bancada de la opositora Unión Cívica Radical (UCR), segunda fuerza parlamentaria.
También se sumó a las críticas la opositora Coalición Cívica (CC). El diputado de la CC Enrique Olivera presentó un proyecto en la cámara legislativa porteña para que se declare la emergencia en Buenos Aires, donde se registraron al menos 54 casos de dengue, dos de ellos autóctonos, es decir, que fue contraído en la ciudad.
El director del Instituto Pasteur, Oscar Lencinas, admite que "era de esperar" que se produjera un brote de dengue en la ciudad de Buenos Aires, debido a la "gran migración hacia los países limítrofes y al norte" del país, donde se registran el mayor número de casos.
El ministro de Salud bonaerense, Claudio Zin, dice que está "preocupado" por "la situación del dengue" pero opina que en la mayor provincia del país "no se dan todavía las condiciones formales para declarar la emergencia".
Catamarca y la ciudad de Córdoba, capital de la provincia homónima, sí han declarado la emergencia sanitaria.
El ministro de Salud bonaerense, Claudio Zin, dice que está "preocupado" por "la situación del dengue" pero opina que en la mayor provincia del país "no se dan todavía las condiciones formales para declarar la emergencia".
Catamarca y la ciudad de Córdoba, capital de la provincia homónima, sí han declarado la emergencia sanitaria.
La epidemia se extiende entre la pobreza y la incuria
Mientras las políticas nacionales y provinciales silencian o desinforman, la cantidad de casos de dengue se multiplican. Los basurales a cielo abierto, las inundaciones en Santa Fe, las más de 15 millones de personas que padecen la falta de alcantarillado y el acceso a agua potable, las actividades industriales sin control, el uso indebido de plaguicidas, la desigualdad social, la debacle del sistema de salud, son algunos ejemplos en una lista interminable de las posibles causas de la propagación del dengue.
Mientras las políticas nacionales y provinciales silencian o desinforman, la cantidad de casos de dengue se multiplican. Los basurales a cielo abierto, las inundaciones en Santa Fe, las más de 15 millones de personas que padecen la falta de alcantarillado y el acceso a agua potable, las actividades industriales sin control, el uso indebido de plaguicidas, la desigualdad social, la debacle del sistema de salud, son algunos ejemplos en una lista interminable de las posibles causas de la propagación del dengue.
Desde aproximadamente 1997 la población argentina padece epidemias de dengue. Marina Stein, responsable del Área de Entomología del Instituto de Medicina Regional de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), considera posible eliminar el dengue. “En las décadas del 50 y del 60 las campañas continentales de erradicación del vector lograron combatirlo y la Argentina junto con otros países se declararon libres de Aedes aegypti (transmisor del dengue). Esto quiere decir que es posible su control y/o erradicación”, explica.
Médicos del hospital de Charata, en la provincia de Chaco, afirman que “Las medidas necesarias preventivas para evitar el avance de la epidemia de dengue se adoptaron un mes después del informe oficial que reveló los primeros casos de la enfermedad, fuimos obligados a callar y no informar sobre la situación a la comunidad, lo cual consideramos erróneo ya que lo primero que se debe realizar es informar para que todos tomemos las medidas necesarias”.
Silencio forzoso también en la provincia de Misiones, donde los intereses turísticos están por encima de la enfermedad: “Pudimos pasar la Semana Santa sin complicaciones y eso se vio en el turismo que no mermó” afirmó el ministro de Salud Pública de la provincia, José Guccione. Allí, las autoridades mantenían el máximo hermetismo para no dañar el turismo, pero terminadas las vacaciones el subsecretario de Salud, Carlos Báez, informó que hay casos sospechosos de dengue.
Con el avance de la enfermedad en el país, queda evidenciada la falta de medidas de saneamiento ambiental y la carencia de políticas de salud integrales y activas tanto del gobierno nacional como los de las provincias. Médicos del Mundo Argentina remarca que "estamos frente a una epidemia, por lo cual debemos evitar caer en mezquindades y manipulaciones informativas como, por ejemplo, continuar afirmando que esta situación es sólo un brote epidémico. El dengue representa un importante problema de salud pública, que requiere un replanteo de las estrategias políticas, sociales y sanitarias".
Crónicas del Sur
Los Wichí del Chaco argentino:“Sufriendo el agua”
Desolación, pobreza y abandono son algunas de las imágenes que impactan durante el recorrido por las comunidades aborígenes de la seca, pulverulenta y espinosa zona de El Impenetrable.
(Desde Roque Sáenz Peña, Argentina)
(Desde Roque Sáenz Peña, Argentina)
Los Wichí (o también wichi) es la comunidad aborigen que vive en El Impenetrable, zona que lleva ese nombre debido al espinoso monte -con árboles imponentes como el quebracho- , así como por la carencia de agua que dificultaba el ingreso del blanco. En la actualidad, la zona ha sido arrasada para sacar su madera y los wichis sobreviven al avasallamiento cultural de una sociedad que los rechaza y desprecia luego de apropiarse de sus tierras.Cerca 40 mil argentinos son wichis. Constituyen la segunda comunidad indígena más importante del chaco salteño, en el nordeste del país, de acuerdo a datos de la Red Agroforestal Chaco-Argentina (REDAF), organización civil sin fines de lucro que trabaja junto a comunidades indígenas y campesinos en la defensa de los recursos naturales.
Los wichis son la única y última cultura recolectora-cazadora que en Argentina se dedican a la cría de animales pequeños (cabras, cerdos), la caza, la pesca y la recolección de frutos del monte. El monte es la vida, allí viven, comen, crían sus hijos y mueren. Es difícil la vida de un wichi sin el monte. Los wichis son pacíficos, no violentos, no gritan, son tímidos. Se mueven en bicicleta o caminan mucho. Andan en animales pequeños como el burro.
Tienen su propia lengua que los anglicanos pasaron a la forma escrita. La comunidad realiza el culto en su lengua, existe la Biblia en wichi. El culto Wichí es un sincretismo: con apariencia católica expresan sus formas religiosas tradicionales.La constitución familiar es la familia extensa, es decir: abuelos, hijos y yernos. Cuando el grupo es grande se separan en pequeños grupos; son monogámicos.
La presencia del blanco en la zona con sus pautas culturales, ha impuesto a las mujeres a no andar desnudas, por eso, hoy se visten con camisa de mangas larga y pañuelos.
La estructura tradicional de la comunidad se ha modificado, no existe el cacique, existen dirigentes que son presidentes de asociaciones y movimientos en defensa de la cultura aborigen como ser el “Movimiento por la Dignidad, Justicia y Paz”.Colonia Nueva Pompeya es un pueblo ubicado a 300 kilómetros de Resistencia, capital del Chaco, allí, en el paraje Atento vive Eusebio Núñez, un hombre que sus 59 años marcaron más huellas que las debidas.
Eusebio recuerda que al llegar al lugar, no había nada, sólo la escuela y la iglesia. Habla del pasado, de su padre (miembro de la iglesia franciscana) y del cacique Francisco Supaz, un reconocido maestro wichi de la zona. Recuerda a sus antepasados como los que sobrevivieron “la Pompeya”.
Y a su abuelo los criollos ataron sus manos y piernas con lazos y lo tuvieron detenido dos semanas, sólo por ser wichi. Eusebio se pregunta porqué el gobierno no manda trabajo o algún representante para hablar con ellos. Acostumbrado a su tragedia cotidiana, describe la costumbre de no tener nada y aguantar. Como sus ancestros, su vida consiste en resistir a su implacable destino.Eusebio muestra orgulloso su amarillento documento que tiene desde el año 1969 y dice: “soy argentino nativo, tengo documento”.
Eusebio y su familia (su mujer, hijos y nietos) crían algunos animales como chanchos y gallinas, también acostumbran a cazar (marisquear) iguanas, quirquinchos, chanchos del monte y a sembrar maíz y zapallo. Como la mayoría de las familias del lugar, la vida los castiga con un hijo muerto, en este caso por diarrea. Comenta que bebían agua de la laguna cercana o agua de lluvia que juntaban en recipientes. Describe los problemas con el agua, la sequía infinita, y sabiamente lo resumen en una frase: “vivimos sufriendo el agua”. Desafiando el luto, con la aceptación de todo lo que sucede, saben que lo torcido y lo derecho terminan por enfilar en un solo rumbo.Ya casi al final de la charla se acerca su mujer, Albertina Polo, con la cual se conocen desde hace 30 años. Tímidamente ofrece artesanías que realizan las mujeres de la familia con el “yaguar”, planta de la zona con la que tejen bolsos, adornos, cortinas. Una especie de desolación invade la escena desde el fondo, que se insinúa en torno a Eusebio y su familia que están allí reclamando sin decir nada, justicia y dignidad.
Elena Calerno y su familia viven en Pozo del Toba, en una casa construida por los Hermanos Maristas en 1969 en una propiedad comunitaria cercana a Nueva Pompeya. Sus 59 años marcaron con rigor el paso del tiempo. Tiene nueve hijos y muchos nietos. Ahora toman agua de lluvia que mantienen en el aljibe remplazando el agua del charco cercano que tantos problemas les trajo. Ella realiza artesanías tejidas con yaguar y cuenta que viajó a Entre Ríos a venderlas y logró volver con sesenta pesos. “Nos hacen falta alimentos”, nos dice, mientras apuesta a una respuesta diferente al silencio y a las ausencias dadas por políticos y dirigentes.
En el paraje Palo Flojar la desolación es aún mayor, empezando por lo difícil del camino que lo une a Nueva Pompeya, ubicada a diez kilómetros. Para llegar al paraje se debe atravesar un camino de picadas que no permite la llegada de autos comunes. Hay cerca de cinco casas en la que viven tres familias por casa. Todos hablan wichi y sólo pocos español, todos están descalzos.
Misec González tiene 70 años, es alto y arrugado, fuma cigarrillos inventados en papel de diario, tiene diez hijos y vive de la caza en el monte. Debido a lo inaccesible del camino el médico tardó más de la cuenta cuando se lo necesitaba con urgencia luego que una víbora picara a uno de ellos.Los niños no van a la escuela debido a la lejanía y dificultad del camino. Nos comentan que cada tanto vienen a desinfectar las casas de adobe para combatir la presencia de vinchucas, no lográndose el intento debido a que dos personas del paraje tienen la enfermedad de Chagas. También tienen un aljibe construido en el año 2006 por el gobierno donde almacenan agua de lluvia.
Entre troncos, catres, ropa gastada, perros, impresiona el calendario que han dibujado en los troncos que sostienen el techo de barro de una de las casas. Los contrastes también están presentes en este paraje, donde emergen paneles solares en algunas de las casas que pueden pagar 20 pesos por mes durante tres años, más los 50 pesos de instalación. Más que nunca las imágenes muestran que todas sus opciones están cerradas, mientras esperan una oportunidad a través de los años.Sauzalito es otro pueblo remoto de El Impenetrable, a 500 kilómetros de Resistencia. El barrio Puerta del Sol surgió del feroz desmonte avasallante. En viviendas primitivas hechas con palos, “nylones” y camas deshechas, transcurre la vida de tres familias (18 personas y 15 niños), que soportan inclemencias climáticas y los olvidos políticos.
Aniceto Segundo se lamenta de su enfermedad en la columna que le impide trabajar y espera una casita de cuatro por tres metros del plan “Vivir Mejor”, que por sorteo, pueda torcer su trágico destino. Cuenta que no reciben beneficios sociales, ni alimentos de ningún tipo y que las ayudas llegan sólo al centro del pueblo. Los chicos comen en la escuela y ellos, frutos y animales del monte.Allí también vive Calisto García y su familia. Uno de sus siete hijos, Carlos, es discapacitado, tiene siete años y transita dificultosamente por la vida en una deteriorada silla de ruedas con una rara enfermedad llamada “huesos cristal”, que se potencia ante la falta de calcio y leche. Las ausencias se sienten cuando la ambulancia no llega a buscarlo para llevarlo al hospital.
Un extraño engrudo fermentado espera ser cocinado en un fuego que parece no apagarse nunca, mientras esperan el agua que la trae cada tanto el municipio para llenar un aljibe que la sequía y el calor de febrero evaporaran más de la cuenta.Muy cercano a ellos vive Dionisio Polo y su mujer. Ella parece mirar un universo redimido mientras mantiene con esfuerzo su mano caída. Las vinchucas, dice Dionisio, salen en cantidades por las noches. Ellos tienen Chagas y para completar el ciclo de la muerte, los médicos del hospital no los atienden como es debido. “No hay trabajo”, dice, “pero sí demasiadas mentiras”. Allí, donde los dedos se enciman y los caminos de la tierra están bloqueados, no parece nada fácil estar vivo.
Joaquina vive a la vuelta de Dionisio. Son diez los que viven en la casa, juntan el agua de lluvia en el aljibe y algo más que alguna vez trae el municipio. Modesta es su madre, tiene 74 difíciles años y serios problemas en la vista que los médicos parecen no resolver. La casa es de adobe y las goteras se sienten los días de lluvia, así como las vinchucas en la noche. Nunca vienen a desinfectar la vivienda, pero “sí nos hacen firmar papeles”, dice Joaquina. Plantan algo de zapallo, maíz, sandía que no alcanza cubrir la alimentación diaria. No hay semillas, sólo le dan muy pocas al año. No hay luz eléctrica en la zona y las víboras coral son una amenaza constante que intentan ahuyentar quemando palo santo. Antes les daban alimentos en los bolsones de comida que reparten en el centro, actualmente no reciben nada porque los encargados de distribuirlos parecen estar muy ocupados. Joaquina conoce el engaño mil veces aceptado: los llamados planes “Vivir Mejor” les tocan siempre a los criollos. Acostumbrada, cuenta como uno de sus hijos, de un año y medio, se ahogó en el pozo de agua en un descuido suyo. En este Impenetrable profundo, el instante es decisivo y la muerte, sin aplazar su tarea, pasa con más frecuencia que la debida.
Sin embargo, no todo está perdido. Recientemente, el silencio y la domesticación que ha sojuzgado a la comunidad wichi durante siglos se ha visto dramáticamente modificado mediante un reclamo esbozado en un petitorio que es algo más que una declaración de principios. En el petitorio se solicitaba el retiro de médicos del hospital de Nueva Pompeya y del juez de paz, debido a los maltratos, humillaciones y desprecios ejercidos por estos hacia los integrantes de la comunidad wichi. La ruta se vio afectada durante siete días por un corte realizado por los wichis que dijeron basta a las humillaciones e injusticias. La respuesta del gobierno fue enviar bolsones con alimentos y dar licencia a los médicos del hospital que olvidaron su juramento hipocrático y así calmar los ánimos de una comunidad avasallada.
Actualmente se están distribuyendo los bolsones de alimentos mediante un listado de familias que es controlada por los integrantes de la comunidad. El petitorio clama por la igualdad, por el derecho a la salud, a los medicamentos, a la educación, al agua potable, entre otras cosas.Una especie de triunfo de la comunidad wichi irrumpe en este mundo equivocado, que demanda una respuesta a través de sus ojos que miran ávidamente dispuestos a todo. Pero, ¿podrán solo sus manos darle a esta historia un final diferente?
(*) Leda Giannuzi es Doctora en Química, integrante de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la UNLP.
(Fuentes: La Voz de Galicia, AFP, EFE, ArgenPress, RNMA-Argentina y APM-Agencia de Prensa Mercosur)
2 comentarios:
Javier, lo de los Wichis no lo conocía, a pesar de vivir muy cerca de allí, en Charata Chaco, mas precisamente.
Llego a tu blog por la info de dengue que publicaste.
Gracias por hacerte eco de la realidad chaqueña, mantengamos el contacto.
No quiero olvidar decirte ahora, que voy a tener como meta colaborar con esas comunidades del impenetrable, calculo que para el mes que viene voy a contar con ayuda para ello.
Un saludo desde Argentina.
Laura Risso.-
Gracias. La información de los Wichi o Wichí la encontré en la página de la agencia de prensa de Mercosur (http://www.prensamercosur.com.ar) que le recomiendo.
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