28.4.08

Paraguay: Elecciones 2008

LULA PRESENTA UNA PROPUESTA A FERNANDO LUGO SOBRE EL TRATADO DE ITAIPÚ. PARAGUAY CONSUME EL 5 POR CIENTO DE LA ELECTRICIDAD DE LA PRESA. BRASIL PAGA POR EL RESTO A PRECIO DE COSTO

Brasil impulsa un "Plan B" que presentará a Paraguay para eludir la necesidad de modificar el contrato del salto hidroeléctrico de Itaipú, como pretende el presidente electo paraguayo, Fernando Lugo. Entre las opciones se encuentra la de aumentar los beneficios para la parte paraguaya, mediante un fondo de desarrollo y una actuación conjunta para patrullar las fronteras de ambos países.

La primera propuesta es el proyecto de una línea de transmisión entre Itaipú y Asunción, para abastecer de electricidad a la capital paraguaya con inversiones de 200 millones de dólares, financiados por la entidad pública brasileña Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES). El ministro de Minas y Energía de Brasil, Edison Lobao, no descarta la idea de constituir un fondo de inversión en Paraguay con pagos anticipados por la energía de Itaipú, con anticipos de 200 millones de dólares al año. Paraguay consume el 5% de la energía producida por la presa de Itaipú y reclama aumentar el precio de costo que recibe de Brasil por la venta del excedente, en base al tratado firmado en 1973 y que dura hasta 2023.
ESPECIAL: Itaipú y Paraguay dividen al gobierno brasileño

La victoria de Fernando Lugo, obliga a renegociar
La victoria de Fernando Lugo en las presidenciales ha puesto sobre la mesa del gobierno brasileño el problema del pago de la energía de Itaipú, que ha sido el tema-estrella la campaña del ex-obispo paraguayo y su Alianza Patriótica para el Cambio.

La primera reacción oficial fue precisamente la del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien estaba en Africa el día de la victoria y dijo a la prensa brasileña, sobre Itaipú, que "tenemos un tratado, y éste será mantenido". Días antes, su asesor y amigo, el teólogo Frei Betto, había asegurado lo contrario.
Y mientras el presidente daba a entender que no había nada que discutir, el ministro de Relaciones Exteriores, Celso Amorim, ensayaba otro lenguaje, al admitir que Paraguay podría obtener una remuneración adecuada por su energía, "porque eso es justo".
El centro de la cuestión es el tratado concluido entre Brasil y Paraguay en 1973 para la construcción de la hidroeléctrica de Itaipú, hoy responsable por el 20 por ciento de la energía usada en Brasil y el 95 por ciento de la utilizada en Paraguay.
Con capacidad de generación de 14.000 megawatios (MW), Itaipú es todavía - mientras no empiece a operar Tres Gargantas en China- la mayor hidroeléctrica del mundo, cuya energía es dividida entre los dos países.
De acuerdo con el tratado, vigente hasta 2023, la electricidad que cualquiera de los dos no utilice será necesariamente vendida al otro socio, nunca a terceros países. Y será pagada "al precio de costo".
Actualmente, Paraguay utiliza solamente el 5 por ciento de su parte en la energía, y vende el resto a Brasil, del que recibe 45,31 dólares por MW como pago.
El problema es que de ese valor, 42,50 dólares son previamente destinados al pago de los préstamos obtenidos para financiar la obra, cuya amortización se extiende hasta 2023. Así, a Paraguay le quedan poco más de 340 millones de dólares al año.
Es precisamente contra ese parco dividendo, por lo que reclaman los paraguayos, encabezados por su presidente electo. "Si Brasil tuviese que sustituir la energía paraguaya por gas natural o petróleo, tendría que gastar 8.000 millones de dólares al año para pagarlo", dice el ingeniero Ricardo Canese, uno de los principales asesores de Lugo.
Con base en ese argumento, propone "un valor intermedio" entre los 8.000 millones que Brasil tendría que gastar y los 340 que paga a su socio. "Como mínimo, unos 2.000 millones de dólares", precisa.
Pero Brasil alega que decidió construir Itaipu precisamente para no tener que gastar aquella fortuna en combustible fósil, y todo el financiamiento lo obtuvo Brasil, que es responsable por las garantías y el pago.
Por su parte, José Antonio Muniz Lopes, presidente de Eletrobras, "holding" estatal del sector eléctrico, sostiene que el tratado vigente es absolutamente justo, gracias a su "ingeniería financiera correcta y feliz". En su visión, cualquiera que sea la decisión del gobierno sobre el tema, "los intereses de los accionistas privados de la empresa no podrán ser perjudicados" con una eventual reducción de las ganancias.
Mientras los "halcones" siguen sosteniendo que nada debe ser cambiado en el tratado ni en la remuneración de la energía, que está establecido en el documento, el canciller Amorim trata de elaborar un camino alternativo.
Dando por sentado que el tratado no será renegociado, admite que Brasil pueda ofrecer a Paraguay otras compensaciones, como la construcción de una línea de transmisión hasta Asunción, que le permita disponer de más energía que la actual.
Con mucha energía disponible, Paraguay podría transformarse en un centro atractivo para industrias que utilizan intensivamente electricidad, como la del aluminio, por ejemplo.
También ha mencionado la posibilidad de costear un proyecto de navegabilidad del río Paraguay, útil para los dos países. De cualquier modo, todavía hay tiempo para sostener conversaciones preliminares: el presidente Lugo asumirá su cargo hasta agosto, y hasta allá se podrán discutir otras alternativas.

La victoria de Lugo en Paraguay tendrá efectos en todo el continente
Por Luismi Huarte(*)


Tras la victoria del candidato de la Alianza Patriótica para el Cambio, Fernando Lugo, en las elecciones del 20 de abril en Paraguay, las primeras llamadas telefónicas de algunos mandatarios de la región proyectaban con notable nitidez la guerra de posiciones que se está desarrollando en el tablero político latinoamericano.
Las rápidas felicitaciones de los ejecutivos de Uruguay, Argentina, Bolivia e, incluso, Chile reflejaban con bastante precisión la política de alianzas estratégicas y tácticas -no exenta de contradicciones- que está operando al sur del continente.
La llamada del presidente venezolano Hugo Chávez fue quizás la de mayor calado político por su claro objetivo de iniciar cuanto antes un trabajo común estrecho, tanto a nivel bilateral como regional. El jefe de Estado bolivariano expresó a Lugo su deseo de reunirse «lo más pronto posible» para impulsar planes de «cooperación y complementariedad» entre las dos naciones. Además, los dos coincidieron en la necesidad de seguir construyendo la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), herramienta estratégica en la dinámica de integración regional.
La conformación de un Gobierno de «centro-izquierda» en Paraguay va a posibilitar el fortalecimiento de la orientación integracionista latinoamericana, relativamente soberana de la influencia de Washington. Aunque es cierto que el ejecutivo «colorado» de Nicanor Duarte ha sido partícipe de algunas de las nuevas expresiones organizativas que han ido surgiendo (Unasur, Banco del Sur, etc.), con la llegada de Lugo se presume que la presencia paraguaya se torne más firme y sólida. Las dos nuevas propuestas que se han realizado recientemente por parte de Brasil (Consejo de Seguridad Latinoamericano) y de Ecuador (Organización de Estados Latinoamericanos), que han generado «preocupación» -como les gusta decir en la Casa Blanca- en la Administración Bush, contarán probablemente con el apoyo del gobierno paraguayo.
Y estos no son asuntos de segundo orden, porque vislumbran la crisis de legitimidad de estructuras hemisféricas impuestas por los Estados Unidos en el último medio siglo, como el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), y la Organización de Estados Americanos (OEA).
Sin embargo, la postura geopolítica que adopte la nueva administración paraguaya, va a depender no sólo de la voluntad política de la Alianza Patriótica, sino en gran medida, del papel que estén dispuestos a jugar los dos gigantes que le rodean (Brasil y Argentina). Las nuevas relaciones en el ámbito hidroeléctrico, en concreto, y en el seno del MERCOSUR, en términos más generales, van a ser cruciales. Debemos recordar que las presas de Itaipú y de Yacireta, están suministrando energía a precios de costo a Brasil y Argentina, respectivamente.
Esto significa que el segundo país más empobrecido de Sudamérica está subsidiando a dos naciones económicamente más sólidas. El precedente de las negociaciones en torno al gas boliviano enviado a Brasil y Argentina, no es muy halagüeño, ya que altos funcionarios de Petrobras reprodujeron actitudes propias del denominado «sub-imperialismo» brasileño. La posición más equilibrada del presidente Lula permitió mejorar las condiciones de venta del gas de Bolivia, a pesar de que todavía se sigue transfiriendo por debajo de precios justos, fundamentales para impulsar el desarrollo del país más pobre del subcontinente. Por ello, la aplicación de precios más acordes a los del mercado, será un asunto fundamental en los intercambios de Paraguay con sus dos vecinos.
Pero donde mayores «concesiones» deberían hacer Brasil y Argentina es al interior del MERCOSUR, si pretenden fortalecer dicha institución. Las asimetrías del Mercado Común del Sur son notables desde su nacimiento en 1991, y han provocado constantes reclamaciones de los dos socios menores (Paraguay y Uruguay). Este último, debido al permanente desequilibrio, y a pesar de contar con un gobierno teóricamente de «centro-izquierda», ha coqueteado en los últimos tiempos con los Estados Unidos, firmando un Tratado Bilateral de Inversión, y amenazando con un TLC si no se redimensiona el MERCOSUR. De cualquier manera, la entrada reciente de Venezuela en el organismo, y las propuestas de Chávez pueden resultar trascendentales para el reacomodo de Paraguay y Uruguay.

Posición ante EEUU
Otro asunto de vital importancia va a ser la posición que asuma la administración Lugo ante la Casa Blanca, y más específicamente ante dos ejes de intervención. El primero es la presencia de tropas norteamericanas en la base aérea Mariscal Estigarribia, a 200 kilómetros de Argentina y 300 de Brasil. Con la excusa de la presencia de grupos «terroristas islámicos» en la triple frontera, Estados Unidos presionará para seguir teniendo presencia en la zona, con el objetivo oculto de establecer una base militar que controle el sur del continente. Si al anuncio por parte de Ecuador de retirar a las tropas norteamericanas de la base de Manta en 2009, se une la negativa del gobierno paraguayo a la presencia de militares estadounidenses, los niveles de nerviosismo en Washington se pueden extremar. El otro eje es la pretensión de EEUU de apropiarse del Acuífero Guaraní, una de las reservas de agua dulce más grandes del mundo, y por tanto hacerse con el control del recurso natural por el que se desencadenarán los conflictos bélicos del futuro. Se prevé que Lugo adopte posiciones soberanas en torno a este tema.
En definitiva, los resultados electorales paraguayos hay que interpretarlos como un tanto más para el conjunto formado por la alianza entre el «bloque rojo» y el «bloque rosa» de la región, frente a los peones más representativos del «eje del mal» (Colombia, Perú, México), liderado por Estados Unidos. Sin embargo, dos interrogantes de gran trascendencia surgen en relación con Brasil y Argentina: ¿tendrán la suficiente capacidad para priorizar una visión estratégica regional a largo plazo? Y ¿tendrán la valentía requerida para enfrentar los bloqueos internos?
(*)Luismi Huarte es un analista político que escribe regularmente en el diario vasco Gara. Este artículo fue publicado en ese cotidiano el 24 abril y reproducido por Sin Permiso

(Fuentes: ANSA-Latina, Xinhuanet y SinPermiso)

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